lunes, 5 de marzo de 2007

Sobre la Vida. 888pablo888


Artículo en "Entrevecinos".
Revista Humanista de Participación Vecinal. Mayo 2000


Imagen: María Bentley-Dingwall, celebra a la puerta del tribunal de Londres, Reino Unido, la anulación de la sentencia que condenó a muerte a su tío Derek Bentley, 46 años después de su ejecución


No hemos nacido en el paraíso. Sólo tenemos que asomarnos a la ventana o mirarnos al espejo para darnos cuenta de ello. Nuestro mundo no es perfecto y nosostros, frutos de él, tampoco. Todos, y por circunstancias muy diversas podemos llegar a equivocarnos, criticar, insultar, injuriar, robar, violar… matar… sí, hasta podemos llegar a matar, ó como en el caso siguiente, a que te maten.

Derek Bertley fue acusado de asesinato. Se le condenó a muerte. 46 años después de ejecutarse la sentencia, un tribunal de apelación de Londres demostró que se habían equivocado. El juez al emitir el fallo dijo: “la pena de muerte no es la culminación prudente para un sistema de justicia que es humano y por tanto susceptible de cometer errores”.

Esta condena sigue establecida en demasiados países, y el ejemplo anterior sólo es uno de los diversos puntos que existen para demostrar que su abolición es necesaria. Sabemos como está el mundo. Si eres rico, estás bien relacionado políticamente ó eres miembro de los grupos raciales y religiosos dominantes, tendrás muchas más posiblidades de que no se te aplique la pena de muerte, o cualquier otra condena.

No hemos nacido en el paraíso, pero hemos nacido niños, no criminales. El Estado no nos quiere como a hijos ni a todos del mismo modo, por ello la libertad e igualdad, no son reales ni efectivas.

La primera sentencia a muerte se llevó a cabo en un vergel y con ella se nos condenó a todos. Lucho por conseguir la felicidad de este mundo y encontrar aquí en la tierra, de nuevo el paraíso, cuidando de no plantar ningún árbol extraño que nos lo haga perder por segunda vez. Si Adán y Eva cayeron, no eran perfectos, pero tampoco lo eran el vergel ni su creador. ¿A quien se le ocurre poner una serpiente venenosa en medio de un jardín y luego envía a sus hijos para que jueguen en él? Luchemos y hundamos nuestros talones en la cabeza de ese ser despreciable. Convirtámonos en pequeños Dioses para acabar entre todos con ese Dios mayor.

¿Utopía? En muchas regiones, los seres de este planeta ya tienen su propio infierno, y yo digo que se puede hacer al revés ¿o esperamos a que nos alcance?

Un crimen es un delito grave, un acto indebido o reprensible, una acción voluntaria de matar o herir gravemente a una persona. Matar es eso, quitar la vida. Imagino el sentimiento que se debe sentir hacia los criminales que quitan la vida a un ser querido. Imagino el sentimiento de la familia Bentley. ¿Ojo por ojo? Creo que fue Ghandi quien dijo que quedaríamos todos tuertos. Yo miro por mi ventana, hacia el exterior, y pienso que ciegos, como ahora.


“He sido 200 veces asesino, pero no volveré a matar a ningún hombre más”
John P. Radclive, exverdugo. Canadá.


El pequeño